viernes, 31 de octubre de 2014

"Adiós a la verdad". Gianni Vattimo (1936)


 

  "Puesto que la verdad es siempre un hecho interpretativo, el criterio supremo en el cual es posible inspirarse no es la correspondencia puntual del enunciado respecto de las "cosas", sino el consenso sobre los presupuestos de los que se parte para valorar dicha correspondencia. Nadie dice nunca toda la verdad, sólo la verdad y nada más que la verdad. Cualquier enunciado supone una elección de lo que nos resulta relevante, y esta elección nunca es "desinteresada"; incluso los científicos, que se esfuerzan por dejar de lado en su trabajo las preferencias, las inclinaciones y los intereses particulares, buscan la "objetividad" para llegar a alcanzar resultados que puedan repetirse y así ser utilizados en el futuro. Quizá sólo buscan ganar el premio Nobel, y también éste es un interés.
   La conclusión a la que quiero llegar es que la verdad como absoluta, correspondencia objetiva, entendida como última instancia y valor de base, es un peligro más que un valor. Conduce a la república de los filósofos, los expertos y los técnicos, y, al límite, al Estado ético, que pretende poder decidir cuál es el verdadero bien de los ciudadanos, incluso contra su opinión y sus preferencias. Allí donde la política busca la verdad no puede haber democracia. Sin embargo, si se piensa la verdad en los términos hermenéuticos que muchos filósofos del siglo XX han propuesto, la verdad de la política deberá buscarse sobre todo en la construcción de un consenso y de una amistad civil que hagan posible la verdad también en el sentido descriptivo del término. Las épocas en las que se creyó que la política podía basarse en la verdad fueron épocas de gran cohesión social, de tradiciones compartidas, pero también en muchos casos, de disciplina autoritaria impuesta desde arriba. Un ejemplo, incluso admirable, es la época barroca: por una parte, un amplio conformismo asegurado por la autoridad absoluta de los reyes y, por otra, un maquiavelismo explícitamente teorizado. La política "moderna", la que hemos heredado de la Europa de los tratados de Wefstalia, en el fondo aún es ésa. Hasta en los casos cada vez más numerosos de corrupción administrativa (aquí pienso en la Italia de "Manos limpias"), los políticos han reivindicado, en los tribunales, el derecho a mentir (y robar, corromper, etc.) en nombre del interés "general". Robaban no para ellos mismos sino para el partido y, por lo tanto, para el funcionamiento de la democracia, que cada vez cuesta más.
   Por muchas razones relacionadas con el desarrollo de las comunicaciones, con la prensa y con el propio mercado de la información, la política "moderna" en este sentido ya no rige. Se hace cada vez más evidente la contradicción entre el valor de la verdad "objetiva" y la conciencia de que aquello que llamamos realidad es un juego de interpretaciones en conflicto".
 

miércoles, 29 de octubre de 2014

Bhagavad-Gita (¿siglo VI a.C.?)



Capítulo XIV
 
"Cuando el alma ha dominado estas tres cualidades (la bondad, la maldad, la indiferencia), que nacen con el cuerpo, quedando ya libre de renacimiento, muerte, vejez y dolores, disfruta de la inmortalidad.
  Arjuna preguntó:
  -¿Qué señales distinguen, oh poderoso, al hombre que ha llegado a dominar estas tres cualidades? ¿Qué ha de practicar y cómo ha de proceder para sobreponerse a ellas?
  El muy venerable contestó:
  -Aquél que ni odia el esplendor, ni la actividad, ni la fatuidad, oh hijo de Pandu, cuando ellas están en ejercicio, ni las ama, cuando en reposo; que, permaneciendo como si fuera extraño, no es conmovido por ellas; que, pensando que las cualidades están en acto, permanece firme y no vacila, manteniéndose resuelto en el placer y el dolor, siendo continente, estimando por igual un pedazo de barro que una piedra y una pieza de oro, y que, apreciando lo mismo al amigo que al enemigo, es constante, recibe lo mismo el elogio que el ultraje, el honor que el desprecio, es el mismo para su aliado que para su enemigo y está exento de interés en todas sus empresas, es el que se ha sobrepuesto a las cualidades".
 

lunes, 27 de octubre de 2014

"La situación humana". Aldous Huxley (1894-1963)

   

       Guerra y nacionalismo

"Probablemente valga la pena comenzar con algunas palabras sobre la guerra y el nacionalismo en el contexto más abstracto y general de la biología y la semántica. A menudo oímos decir que la guerra es inevitable porque el hombre es un animal belicoso, pero biológicamente hablando, la guerra -un conflicto entre grupos organizados de miembros de la misma especie- es un fenómeno muy raro. Hay, por supuesto, un continuo apresarse de una especie a la otra, pero en realidad hay sólo dos especies de seres en lucha: una es la hormiga cosechadora y la otra es el ser humano. Estas dos criaturas tienen en común la institución de la propiedad. Cuando los miembros de un hormiguero determinado almacenan grandes cantidades de substancias alimenticias, los de un hormiguero vecino lo invaden con verdaderos ejércitos y luchan por la posesión de aquellas substancias alimenticias. A pesar de que las hormigas cosechadoras carecen de un lenguaje y por ende de un sistema conceptual de principios o nociones éticas, esas guerras pueden durar mucho tiempo. Se ha observado que algunas duran tanto como cinco o seis semanas, una lucha muy larga tratándose de un animal carente de sistema lingüístico.
   El ser humano, cuando emprende una guerra, puede seguirla mucho tiempo más que la hormiga precisamente porque posee un lenguaje y un sistema conceptual. Cuando la pasión del momento se ha calmado, podemos seguir luchando y matando  porque nuestros conceptos, nuestros principios, nuestros imperativos categóricos, nos estimulan a hacer lo que creemos que debemos hacer. Esto nos recuerda la frase de Matthew Arnold: "Tareas deseadas en horas de clarividencia pueden ser cumplidas en horas de tristeza". No sólo podemos aplicar esa frase a las tareas positivas, tareas que podríamos considerar constructivas, tareas deseadas en horas de clarividencia, sino también, por desgracia, a las tareas deseadas en horas de pasión y de prejuicio y que son, a menudo, de profunda naturaleza destructiva.
   Debido a que poseen un sistema de símbolos que les permite formular ideales e imperativos categóricos, los seres humanos son capaces de alcanzar tanto la santidad como la pura perversidad -persistir en el más alto nivel de caridad y comprensión, como en el más bajo nivel de perversidad y locura. El animal no puede ser jamás ni ángel ni santo, ni loco ni demonio, puesto que vive por así decirlo en una condición de intermitencia. Esto se puede observar cuando dos perros pelean; empezarán con un tremendo frenesí y luego, súbitamente, uno de ellos se sentará y se pondrá a rascarse las pulgas y ambos se olvidarán por completo de la pelea. Pero, para los seres humanos, esto es imposible porque tienen motivos para pelear; tienen palabras que dicen que pelear está bien para ellos; tienen imperativos categóricos por los cuales su deber es pelear y no escaparse.
   El conflicto -no la guerra- es frecuente entre miembros de la misma especie. Pero la selección natural ha tenido sumo cuidado de que el conflicto entre animales de la misma especie rara vez llegue a la conclusión fatal. Siempre hemos creído que el lobo es un animal peculiarmente siniestro y feroz. En realidad, como han observado los naturalistas -encontrarán ustedes un informe completo al respecto en el libro de Konrad Lorenz El anillo del Rey Salomón-, los lobos nunca se pelean a muerte. El lobo que siente que lo van a vencer expone de tal manera el cogote a su adversario, que si el adversario se lo propone puede cortarle inmediatamente la yugular y matar a su enemigo [...] Y es interesante observar que el mandato de ofrecer la otra mejilla, muy rara vez practicado por los seres humanos, es constante e indistintamente practicado por los lobos.
   La guerra, que puede ser descrita como un conjunto culturalmente condicionado de circunstancias basado en la condición natural de conflicto, es precisamente lo opuesto de lo anterior porque consiste en llevar el conflicto organizado al límite de destrucción, y no es instintiva. [...]
  Los sistemas de símbolos humanos condicionan la guerra, y el que corresponde a nuestra vida moderna es el nacionalismo. Podemos decir que el nacionalismo es una suerte de teología -un sistema de conceptos e ideales y mandamientos éticos- basado en nuestro apego natural e instintivo a nuestro lugar de origen y a las personas que nos son familiares, pero extendida, mediante nuestra capacidad de abstracción y generalización, más allá de nuestro afecto general por la tierra nativa y la gente con que estamos familiarizados. El nacionalismo utiliza todos los recursos de la educación para crear una lealtad artificial hacia lugares que el individuo no conoce bien y hacia gente que no ha visto jamás". 


domingo, 26 de octubre de 2014

"Las peras del olmo". Octavio Paz (1914-1998)


 

El Surrealismo.

"Para nosotros el mundo real es un conjunto de objetos o entes. Antes de la edad moderna, ese mundo estaba dotado de una cierta intencionalidad, atravesado, por decirlo así, por la voluntad de Dios. Los hombres, la naturaleza y las cosas mismas estaban impregnadas de algo que las trascendía; poseían un valor: eran buenas o malas. La idea de utilidad -que no es sino la degradación moderna de la noción de bien- impregnó después nuestra idea de la realidad. Los entes y objetos que constituyen el mundo se nos han vuelto cosas útiles, inservibles o nocivas. Nada escapa a esta idea del mundo como un vasto utensilio: ni la naturaleza, ni los hombres, ni la mujer misma: todo es un para ..., todos somos instrumentos. Y aquéllos que en lo alto de la pirámide social manejan esta enorme y ruinosa maquinaria, también son utensilios, también son herramientas que se mueven maquinalmente. El mundo se ha convertido en una gigantesca máquina que gira en el vacío, alimentándose sin cesar de sus detritus. Pues bien, el surrealismo se rehúsa a ver el mundo como un conjunto de cosas buenas y malas, unas henchidas del ser divino y otras roídas por la nada; de ahí su anticristianismo. Asimismo, se niega ver la realidad como un conglomerado de cosas útiles o nocivas; de ahí su anticapitalismo. Las ideas de moral y utilidad le son extranjeras. Finalmente, tampoco considera el mundo a la manera del hombre de ciencia puro, es decir, como un objeto o grupo de objetos desnudos de todo valor, desprendidos del espectador. Nunca es posible ver el objeto en sí; siempre está iluminado por el ojo que lo mira, siempre está moldeado por la mano que lo acaricia, lo oprime o lo empuña. El objeto, instalado en su realidad irrisoria como un rey en un volcán, de pronto cambia de forma y se transforma en otra cosa. El ojo que lo mira lo ablanda como cera; la mano que lo toca lo modela como arcilla. El objeto se subjetiviza.  O como dice un héroe de Arnim: "Discierno con pena lo que veo con los ojos de la realidad de lo que veo con los ojos de la imaginación". Evidentemente, se trata de los mismos ojos, sólo que sirviendo a poderes distintos. Y así se inicia una vasta transformación de la realidad. Hijo del deseo, nace el objeto surrealista: la asamblea de montes es otra vez cena de gigantes; las manchas de la pared cobran vida, se echan a volar y son un ejército de aves que con sus picos terribles desgarran el vientre de la hermosa encadenada.
   Las imágenes del sueño proporcionan ciertos arquetipos para esta subversión de la realidad. Y no sólo las del sueño; otros estados análogos, desde la locura hasta el ensueño diurno, provocan rupturas y reacomodaciones de nuestra visión de lo real. Consecuentes con este programa, Breton y Èluard reproducen en el libro La Inmaculada Concepción el pensamiento de los enfermos mentales; durante una época Dalí se sirve de la "paranoia crítica"; Aragón escribe Una ola de sueños. En efecto, se trataba de una inundación de imágenes destinada a quebrantar la realidad. Otro de los procedimientos para lograr la aparición de lo insólito consiste en desplazar un objeto ordinario de su mundo habitual ("el encuentro de una máquina de coser y un paraguas en una mesa de disección"). Ningún arma más poderosa que la del humor: al absurdo del mundo la conciencia responde con otro y el humor establece así una suerte de "empate" entre objeto y sujeto. Todos estos métodos -y otros muchos- no eran, ni son, ejercicios gratuitos de carácter estético. Su propósito es subversivo: abolir esta realidad que una civilización vacilante nos ha impuesto como la sola y única verdadera".   

viernes, 24 de octubre de 2014

"El mito de Sísifo". Albert Camus (1913-1960)


 

  "Los dioses habían condenado a Sísifo a subir sin cesar una roca hasta la cima de una montaña desde donde la piedra volvía a caer por su propio peso. Habían pensado con algún fundamento que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza.
   Si se ha de creer a Homero, Sísifo era el más sabio y prudente de los mortales. No obstante, según otra tradición, se inclinaba al oficio de bandido. No veo en ello contradicción. Difieren las versiones sobre los motivos que le llevaron a convertirse en el trabajador inútil de los infiernos. Se le reprocha, ante todo, alguna ligereza con los dioses. Reveló los secretos de éstos. [...]
   Se ha comprendido ya que Sísifo es el héroe absurdo. Lo es tanto por sus pasiones como por su tormento. Su desprecio de los dioses, su odio a la muerte y su apasionamiento por la vida le valieron ese suplicio indecible en el que todo el ser se dedica a no acabar nada. Es el precio que hay que pagar por las pasiones de esta tierra. [...]
   Si este mito es trágico lo es porque su protagonista tiene conciencia. ¿En qué consistiría, en efecto, su castigo si a cada paso le sostuviera la esperanza de conseguir su propósito? El obrero actual trabaja durante todos los días de su vida en las mismas tareas y ese destino no es menos absurdo. Pero no es trágico sino en los raros momentos en que se hace consciente. Sísifo, proletario de los dioses, impotente y rebelde, conoce toda la magnitud de su miserable condición: en ella piensa durante su descenso. La clarividencia que debía constituir su tormento consuma al mismo tiempo su victoria. No hay destino que no se venza con el desprecio. [...]
   Entonces resuena una frase desmesurada: "A pesar de tantas pruebas, mi avanzada edad y la grandeza de mi alma me hacen juzgar que todo está bien". El Edipo de Sófocles, como el Kirilov de Dostoievski, da así la fórmula de la victoria absurda. La sabiduría antigua coincide con el heroísmo moderno.
   La felicidad y lo absurdo son dos hijos de la misma tierra. Son inseparables. Sería un error decir que la dicha nace forzosamente del descubrimiento de lo absurdo. Sucede también que la sensación de lo absurdo nace de la dicha. "Juzgo que todo está bien", dice Edipo y esta palabra es sagrada. [...]
   Toda la alegría silenciosa de Sísifo consiste en eso. Su destino le pertenece. Su roca es su cosa. Del mismo modo, el hombre absurdo, cuando contempla su tormento, hace callar a todos los ídolos. [...] El hombre absurdo dice "sí" y su esfuerzo no terminará nunca. Si hay un destino personal, no hay un destino superior, o, por lo menos, no hay más que uno al que juzga fatal y despreciable. Por lo demás, sabe que es dueño de sus días. En ese instante sutil en que el hombre vuelve sobre su vida, como Sísifo vuelve hacia su roca, en ese ligero giro, contempla esa serie de actos desvinculados que se convierte en su destino, creado por él, unido bajo la mirada de su memoria y pronto sellado por su muerte. Así, persuadido del origen enteramente humano de todo lo que es humano, ciego que desea ver y que sabe que la noche no tiene fin, está siempre en marcha. La roca sigue rodando.
   Dejo a Sísifo al pie de la montaña. Se vuelve a encontrar siempre su carga. Pero Sísifo enseña la fidelidad superior que niega a los dioses y levanta la roca. El también juzga que todo está bien. Este universo en adelante sin amo no le parece estéril ni fútil. Cada uno de los granos de esta piedra, cada fragmento mineral de esta montaña llena de oscuridad, forma por sí solo un mundo. El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre. Hay que imaginarse a Sísifo dichoso". 

jueves, 23 de octubre de 2014

"Memoria sobre la educación pública". Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811)



"Ética.
 Y he aquí el último punto a que hemos procurado conducir el estudio de la ideología. Si sólo tratásemos de instruir a los jóvenes en el buen uso de su razón, nos hubiéramos contentado con darles algunos principios de lógica; pero era necesario que preparásemos sus ánimos para las importantes verdades de la moral, sin cuyo conocimiento no podrá decirse buena ni completa su educación. Importa ciertamente mucho ilustrar su espíritu; pero importa mucho más rectificar su corazón. Importaba mucho dirigirlos en el uso de sus ideas, pero mucho más en sus sentimientos y afecciones. Porque, si como decía Cicerón, toda virtud consiste en acción, no bastará que conozcamos la norma que debe regular nuestra conducta si no se dispone nuestra voluntad para que se conforme a ella y conozca y sienta que en esta conformidad está su dicha. Tal es el objeto de la ética o ciencia de las costumbres.   Antes de tratar de esta preciosa parte de la educación, no puedo dejar de deplorar el abandono con que ha sido mirada hasta ahora. Si volvemos los ojos a nuestras escuelas generales, vemos que hasta nuestros días no fue contada en el círculo de los estudios filosóficos; y si bien la enseñanza de la teología abraza muchas cuestiones de la ética cristiana, cualquiera que conozca sus planes echará de menos una enseñanza separada y metódica de este ramo importantísimo de la ciencia de la religión. Es cierto que al fin la ética natural, o filosofía moral, fue admitida en nuestras Universidades; pero, ¿se enseña en todas?, ¿se enseña a todos?, ¿se enseña en el orden, por el método y con la extensión que su objeto requiere?. Lo dicho hasta aquí, y lo que resta por decir acerca de ella, hará ver cuánto falta para llenarle dignamente. 
   Pero es todavía más doloroso ver cuán olvidado está el estudio de la moral en la educación doméstica: la única en la que la mayor parte de los ciudadanos recibe su instrucción. Porque sin hablar de aquéllos que no reciben educación alguna, ni de aquéllos en cuya educación no se comprende ninguna enseñanza literaria, los cuales por desgracia componen la gran masa de nuestra juventud, ¿cuál es el plan de enseñanza doméstica que haya abrazado hasta ahora la ética? ¿Y quiénes los que la estudian, aun en aquellos Seminarios establecidos para suplir los defectos de esta educación? Se cuida mucho de enseñar a los jóvenes a presentarse, andar, sentarse y levantarse con gracia, a hablar con modestia, saludar con afabilidad y cortesía, comer con aseo, etc. Se consume mucho tiempo en enseñarles la música, la danza, la esgrima y en cultivar todos los talentos agradables o inútiles, y entre tanto se olvida la ciencia de la virtud, origen y fundamento de sus deberes naturales y civiles, y se les deja ignorar aquellos principios eternos de donde procede la honestidad; esto es, la verdadera decencia, modestia, urbanidad, en una palabra, los que enseñan la verdadera honestidad, fuente de las sublimes virtudes que hacen la gloria de la especie humana.
   Estoy muy lejos por cierto de condenar aquellas enseñanzas, ¿pero quién no se dolerá de ver cifrada en ellas toda la doctrina de la buena crianza? No hay ya que temporizar con este error, no hay ya que despreciar sus consecuencias, que por desgracia son demasiado funestas, así como demasiado generales, porque este abandono, esta imperfección, estos vicios de la educación pública y doméstica son más o menos de todos los tiempos y de todos los países. En ellos, si no la única, está la primera causa de todos los males y desórdenes que inficionan y debilitan todas las sociedades. La ignorancia es el verdadero origen de ellos; pero la ignorancia en este artículo, la ignorancia moral, si así puede decirse, es el más fecundo y poderoso; porque los demás estudios ilustran la razón, y éste solo perfecciona el corazón, los demás disponen la juventud a recibir la luz de las ciencias y las artes; éste dispone e inclina sus ánimos al ejercicio de la virtud; éste solo forma, éste solo reforma; éste solo mejora y perfecciona las costumbres. Los demás forman ciudadanos útiles, éste solo útiles y buenos. Los demás, en fin, pueden atraer a los estados la abundancia, la fuerza y cuanto lleva el nombre de prosperidad; éste solo la paz, el orden , la virtud, sin los cuales toda prosperidad es precaria, es humo, es nada".

martes, 21 de octubre de 2014

"Poemas y canciones". Bertolt Brecht (1898-1956)



 1940
 
 "Mi hijo pequeño me pregunta: ¿tengo que aprender matemáticas?
¿Para qué?, quisiera contestarle. De que dos pedazos de pan son más que 
                                                                                                             [ uno
ya te darás cuenta.
 
Mi hijo pequeño me pregunta: ¿tengo que aprender francés?
¿Para qué?, quisiera contestarle. Esa nación se hunde.
 Señálate la boca y la tripa con la mano,
                                         que ya te entenderán.
 
                                        Mi hijo pequeño me pregunta: ¿tengo que aprender historia?
                                        ¿Para qué?, quisiera contestarle. Aprende a esconder la cabeza en la tierra
                                        y acaso te salves.
 
                                         ¡Sí, aprende matemáticas, le digo,
                                         aprende francés, aprende historia!
 
 



 
A los hombres futuros
I
 
                                         Verdaderamente, vivo en tiempos sombríos.
                                         
                                          Es insensata la palabra ingenua. Una frente lisa
                                          revela insensibilidad. El que ríe
                                          es que no ha oído aún la noticia terrible,
                                          aún no le ha llegado.
 
                                          ¡Qué tiempos éstos en que
                                          hablar sobre árboles es casi un crimen
                                          porque supone callar sobre tantas alevosías!
                                          Ese hombre que va tranquilamente por la calle,
                                          ¿lo encontrarán sus amigos
                                          cuando lo necesiten?
 
                                          Es cierto que aún me gano la vida.
                                          Pero, creedme, es pura casualidad. Nada
                                          de lo que hago me da derecho a hartarme.
                                          Por casualidad me he librado. (Si mi suerte acabara estaría perdido).
                                          Me dicen: "¡Come y bebe! ¡Goza de lo que tienes!"
                                          Pero ¿cómo puedo comer y beber
                                          si al hambriento le quito lo que como
                                          y mi vaso de agua le hace falta al sediento?
                                          Y, sin embargo, como y bebo.
 
                                           Me gustaría ser sabio también.
                                           Los viejos libros explican la sabiduría:
                                           apartarse de las luchas del mundo y transcurrir
                                           sin inquietudes nuestro breve tiempo.
                                           Librarse de la violencia,
                                           dar bien por mal,
                                           no satisfacer los deseos y hasta
                                           olvidarlos: tal es la sabiduría.
                                           Pero yo no puedo hacer nada de esto:
                                           verdaderamente, vivo en tiempos sombríos".
                                            


"El Programa constructivo: su significado y lugar". Gandhi (1869-1948)


 "Pero de estos jóvenes, hombres y mujeres estudiantes, deben nacer los futuros líderes de la nación. Desafortunadamente, están sujetos a muy variadas influencias. La no-violencia les ofrece poca atracción. Golpe por golpe o dos por uno es una lógica fácilmente entendible. Parece dar un resultado inmediato, aunque momentáneo. Es una prueba sin fin de la fuerza bruta, como las que vemos en tiempos de guerra o entre los animales y los seres humanos. El apreciar la no-violencia implica una búsqueda paciente y una práctica todavía más paciente y difícil. No he entrado en la lista de los que compiten por la atención de los estudiantes por las mismas razones que han impuesto mi línea de actuación con los kisans (campesinos) y trabajadores. Pero yo mismo soy como un estudiante, en el sentido más amplio del término. Mi universidad es diferente a la suya. Ellos tienen de mi parte una permanente invitación para venir a mi universidad y unirse a mi búsqueda. He aquí las condiciones:
   1.-Los estudiantes no deben participar en la política partidaria. Son estudiantes, no políticos.
   2.-No pueden recurrir a las huelgas políticas. Deben tener sus héroes pero su devoción la tienen que demostrar imitando lo mejor de ellos; no haciendo huelga aunque sus héroes sean encarcelados, mueran y hasta sean enviados a la horca. Si su dolor es insoportable y si todos los estudiantes lo sienten de la misma manera, en tales circunstancias, las escuelas y las  universidades se pueden cerrar, con la autorización de sus directores. Si los directores no los escuchan, se permitirá a los estudiantes abandonar pacíficamente sus centros de enseñanza hasta que los directores se arrepientan y los vuelvan a llamar. Por ningún motivo pueden usar la coerción contra los directores y contra la autoridad. Deben tener confianza en que, si están unidos y son dignos en su comportamiento, su victoria será segura.
   3.-Debe dedicarse al hilado de una manera científica como un ejercicio de autosacrificio. Sus instrumentos estarán siempre aseados, limpios, bien ordenados y en buena condición. De ser posible, aprenderán a hacerlos ellos mismos. Su producción naturalmente tendrá que ser de primera calidad. Estudiarán los libros sobre el hilado y todas sus implicaciones económicas, sociales, morales y políticas.
   4.-Serán usuarios del khadi (tejido hecho a mano) todo el tiempo y utilizarán productos rurales en vez de otros similares, bien extranjeros o producidos industrialmente.
   5.-No impondrán el Vandemataram (himno nacional) o la bandera nacional a otros. Podrán llevar insignias de la bandera nacional, pero no forzar a otros a hacer lo mismo.
   6.-Deberán cumplir el mensaje de la bandera tricolor en sus propias personas y no abrigar ni enfrentamiento comunal ni intocabilidad en sus corazones. Cultivarán una amistad sincera con los creyentes de otras creencias y con los harijans (intocables) como si fueran de su propia sangre y familia.
   7.-Priorizarán la asistencia con primeros auxilios a sus vecinos necesitados y participarán en la limpieza de los pueblos vecinos, así como instruirán a los niños y adultos de comunidades rurales.
    8.-Aprenderán la lengua nacional, el hindustani, en su doble dimensión presente: dos formas de discurso y dos escrituras, de modo que puedan sentirse cómodos cuando se hable en hindi o urdu, o se escriba en devanagari o urdu.
   9.-Traducirán a su lengua materna todo lo nuevo que vayan aprendiendo, y lo transmitirán en sus rondas semanales a los pueblos cercanos.
   10.-No harán nada en secreto, serán transparentes en todos sus actos, llevarán una vida pura de autodominio, se desharán de todo el miedo y estarán siempre listos para proteger a sus compañeros de estudios más débiles, y para reprimir disturbios por el método no-violento aun a riesgo de sus propias vidas. Y cuando el momento final de la lucha llegue, dejarán sus centros educativos y, si es necesario, se sacrificarán ellos mismos para la libertad de su país.
   11.-Serán escrupulosamente correctos y corteses en su comportamiento hacia sus compañeras de estudio.

  Para desarrollar el programa que he esbozado para ellos, los estudiantes deben encontrar tiempo. Sé que malgastan mucho tiempo sin hacer nada. Con una planificación estricta, pueden ahorrar muchas horas. Pero no quiero ejercer una tensión excesiva sobre cualquier estudiante. Por lo tanto, aconsejaría que los estudiantes patrióticos perdieran un año, no de una vez, sino a lo largo de toda su carrera. Se darán cuenta de que un año ofrecido de esa manera no será una pérdida de tiempo. El esfuerzo que implica se añadirá a su capacidad mental, moral y física y habrán hecho, incluso durante sus estudios, una contribución sustancial al movimiento por la libertad".
                                                 

domingo, 19 de octubre de 2014

"La política". Tommaso Campanella (1568-1639)



"XXV.-De Inglaterra, Escocia e Irlanda.
 Aunque Inglaterra no pretende la monarquía universal, sin embargo, es un gran impedimento para la española, por ser un país muy preparado para la marinería, al disponer de abundantes naves y de soldados, los cuales a menudo saquean las costas de la España del norte y llegan hasta el Nuevo Mundo, donde, aunque no pueden ocupar plazas fuertes, sin embargo sí pueden y hacen muchísimo daño, y podrían un día apoderarse del reino de Bacalaos (1), más cómodo y cercano para ellos. Y ciertamente si el rey de España dominase Inglaterra o a los países de Flandes, inmediatamente se convertiría en señor de Europa y de una gran parte de los países del Nuevo Mundo. Así pues, no pudiendo ocupar esta isla por estar muy bien provista de defensas y de gentes fieras, muy enemigas de España, es preciso defenderse de ellas fortificando los lugares propicios para sus incursiones, o sea, La Coruña, toda la costa de Galicia, León, Vizcaya y todas las costas de los reinos del otro hemisferio y utilizar toda la destreza posible para debilitar sus fuerzas.
  Y lo primero que hay que hacer es que se construyan grandes armadas, y ponerlas en La Coruña o Lisboa, y cuando vuelva la flota del Nuevo Mundo mandarlas en su ayuda contra los ingleses o enviarlas a dañar a Inglaterra o a Irlanda. Se debe negociar con pueblos que sean más fieros que los ingleses y más fuertes en las cosas del mar, por ejemplo con los de Dantzig, por medio del rey polaco, unido por su matrimonio con la Casa de Austria, con los suecos, godos, finlandeses, escoceses y con otros pueblos de Escandinavia, Prusia, etc. para que fuesen a saquear a Inglaterra, apartándoles de abordar a la flota española, o bien para que atacasen a la armada inglesa, y conseguir que les combatan, y sería fácil alentarles a tales empresas, o mediante la promesa de un millón de oro a tales naciones, o con la esperanza de obtener los bienes ingleses producto del saqueo. Y una vez comenzada la enemistad, se perpetuarían tales discordias con perjuicio de Inglaterra, pues con una sola vez que se enfrenten por dinero es suficiente, y de ninguna otra nación puede tener miedo Inglaterra más que de éstas, por ser más fieras que ella, más pobladas y más poderosas en el mar.
  En cuanto al dominio, las islas de Irlanda y de Inglaterra están desunidas, si bien realmente reside en una isla principal, dividida a su vez en Inglaterra y Escocia, por lo que siempre hubo dos reinos, uno inglés y el otro escocés, y casi siempre estuvieron en guerra entre sí debido a la cercanía, pues sólo les separa un río y algunos montes. Hoy día el rey de Escocia (2) aspira al reino de Inglaterra por la línea de la casa de Jorge por parte de su madre, nieta de Enrique VIII, padre de la reina Isabel. Por tanto, los escoceses esperan apoderarse de Inglaterra al morir Isabel, que ya es muy vieja. Además, el Parlamento de Londres ha conseguido una gran autoridad en Inglaterra, y espera convertirse en República como Holanda, porque por naturaleza los septentrionales quieren vivir en libertad, y no soportan bien a los señores que mandan a baquetazo limpio, dado que siempre los reyes de Inglaterra estuvieron sujetos al senado y a los parlamentos.
  Por tanto, aprovechando esta oportunidad, debe España, a través de los sagaces mercaderes florentinos, que negocian en Amberes, y que son menos sospechosos para los ingleses, tratar con aquéllos que tienen algún parentesco en la línea de la descendencia de los reyes anteriores, y prometer en secreto a cada uno de ellos sin que el otro lo sepa, toda la ayuda de España para convertirle en señor universal del reino, o de la mayor parte, llenando así de esperanza a cada uno de ellos, con el compromiso (para colorear el negocio) de que no ataquen para robar las flotas que vienen del Nuevo Mundo; de esta forma todos sentirán aversión por el dominio escocés.
  Además, debe prometer también secretamente a David, rey de Escocia, la ayuda de España para que se apodere de Inglaterra, con el compromiso de introducir la religión católica en Inglaterra, por la cual derramó su sangre María Estuardo, su madre, o al menos de no atacar sus flotas. Por otra parte, debe incitar los ánimos de los jefes parlamentarios para que establezcan una república en el reino inglés, diciéndoles que si entra el rey escocés, los dominaría cruelmente por el recuerdo de las anteriores guerras entre ellos y los escoceses. Y así podrá intervenir allí, como podría haberlo hecho en los asuntos de Francia, entrando con sus ejércitos, bajo la excusa de socorrer a aquéllos a los que se lo ha prometido, para dominarlos o al menos para dividirlos en otros tantos diversos potentados de forma que divididos entre sí y agradecidos a España, todos de forma unánime la reverencien sin el menor pensamiento de ofenderla".
 
(1) Terranova, isla de Canadá
(2) Jacobo VI Estuardo (1566-1625)