lunes, 9 de noviembre de 2015

"La merienda de los generales".- Boris Vian (1920-1959)

 
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Cuadro Primero.- Escena III

 "Leon: (Defraudado.) ¡Ah! ¡Sí! ¡Debe ser encantador! Pues bien, mi querido Wilson, con usted no me andaré con rodeos; la situación actual de Europa es grave.
 Audubon: (También grave.) Ajá...
 Leon: Sí. (Positivo.) Nos hallamos en estos momentos ante un conjunto de circunstancias totalmente imprevisibles y especialmente inesperadas. Quiero suponer que sigue usted de cerca las vicisitudes de la coyuntura económica, ¿verdad?
 Audubon: (Grave.) ¡Válgame Dios si me intereso! ¡Como todos los individuos sobre los que el destino ha arrojado cierta parte de responsabilidades!
 Leon: Su firmeza me gusta. Para ser concretos, ¿ha visto usted lo que hacen las vacas?
 Audubon: ¿Las vacas?
 Leon: ¿Y las gallinas?
 Audubon: ¿Cómo dice? ¿Las gallinas?
 Leon: ¿Y los mineros?
 Audubon: Ah, sí, claro... ¿Los mineros?
 Leon: Mi querido Wilson, las vacas paren terneros, las gallinas ponen huevos y los mineros extraen carbón.
 Audubon: Pero... eh... ¿es tan grave?
 Leon: Bueno, en tiempos normales, la verdad, no tiene nada de grave, porque se hace jugar la ley de la oferta y la demanda, ¿está claro?...
 Audubon: (No pesca nada pero quiere hacer creer lo contrario.) Ah, sí, la ley... perfectamente. Se la hace jugar... Así... (Gesto de columpio.)
 Leon: De ninguna manera... así. (Gesto de acordeón.) No obstante, aparte el hecho de que en la hora actual eso resulta imposible, se plantea el caso especialmente lamentable de que todas esas circunstancias resultan concomitantes.
 Audubon: (Perdido.) Escúcheme... eh... Yo no estoy lo que se dice muy versado en estos asuntos... ¿podría usted facilitarme algunos detalles? Yo, cómo decirle... hum... yo soy un soldado...
 Leon: Es cierto, discúlpeme. (Risa complaciente.) Suelo olvidar que me dejo arrastrar por el vocabulario de mi antigua profesión...
 Audubon: Es verdad, usted era...
 Leon: Tenía a mi cargo la página financiera de L'Aurore. En síntesis, para resumirle la situación, en la actualidad experimentamos una crisis de superproducción. En tiempos normales, cuando la producción agrícola aumenta nos arreglamos para que la producción industrial disminuya; como consecuencia de lo cual los precios agrícolas bajan y los precios industriales suben; llegados aquí, se otorga una subvención a los agricultores que, de esta manera, pueden esperar y mantener los precios, y se aumentan los salarios de la industria, de modo que les permita aprovecharse de la abundancia; la subvención otorgada a los agricultores es utilizada por éstos en la adquisición de material industrial; y los sobrebeneficios obtenidos consecuentemente por los industriales retornan a nosotros en forma de cotizaciones sociales, impuestos a la producción y diversas multas aplicadas por las brigadas de control del ministerio. El circuito se cierra y todo el mundo contento.
 Audubon: (Que sigue sin comprender nada, definitivo.) Y son entonces los militares los que pagan el pato.
 Leon: En absoluto, Wilson, o al menos, no más que los otros funcionarios. No sea derrotista. Yo le expongo los métodos de compensación del presupuesto practicados desde hace años y jamás me he enterado de que los militares se hayan quejado alguna vez de los créditos que, a fin de cuentas, se les otorga.
 Audubon: Aceptado. De todos modos, no veo dónde reside la gravedad de la situación actual.
 Leon: Pero, Audubon, es algo espantoso. En el momento actual, la producción agrícola aumenta al mismo tiempo que la producción industrial. Deberá admitir que no hay ninguna posibilidad de compensación en tales condiciones.
 Audubon: ¿Y si se fusilase a algunos cabecillas?
 Leon: No, no, Audubon, ése sería un paliativo temporal. Es necesario canalizar esa producción, encontrarle nuevas salidas.
 Audubon: ¿Los consumidores, quizá?
 Leon: Los consumidores, sí, pero es peligroso acostumbrarlos a la abundancia. Peligroso y nocivo. La abundancia aletarga, Audubon. Una nación, para ser sana, exige privaciones. Pero está usted bien encaminado: busque, busque. Veamos: ¿cuál es el consumidor ideal?
 Audubon: (Iluminado, busca y luego:) ¡El ejército!
 Leon: ¡Exacto!"
 

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