miércoles, 22 de junio de 2016

"La Biblia".- Anónimo (900 aC - 100 dC)


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  Libro de Job

 Job,varón recto y justo

 "Había en tierra de Hus un varón llamado Job, hombre íntegro y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Naciéronle siete hijos y tres hijas; y era su hacienda de siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas y siervos en gran número, siendo grande aquel varón entre todos los orientales. Acostumbraban sus hijos a tener banquetes en sus casas, cada uno en su día, invitando a sus tres hermanas a comer y beber con ellos. Cuando se completaba el ciclo de los días de convite, los convocaba para purificarlos; y levantándose de madrugada, ofrecía por ellos holocaustos, según el número de todos ellos, pues decía Job: "No sea que hayan pecado mis hijos y hayan maldecido a Dios en su corazón." Así hacía Job siempre.

 Job, probado por la adversidad

 Sucedió un día que los hijos de Dios fueron a presentarse ante Yavé y vino también entre ellos Satán. Y dijo Yavé a Satán: "¿De dónde vienes?" Respondió Satán: "De dar una vuelta por la tierra y pasearme por ella." Y dijo Yavé a Satán: "¿Has reparado en mi siervo Job, pues no lo hay como él en la tierra, varón íntegro y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?" Pero respondió Satán a Yavé diciendo: "¿Acaso teme Job a Dios en balde? ¿No le has rodeado de un vallado protector a él, a su casa y a todo cuanto tiene? Has bendecido el trabajo de sus manos, y sus ganados se esparcen por el país. Pero extiende tu mano y tócale en lo suyo, veremos si no te maldice en tu rostro." Entonces dijo Yavé a Satán: "Mira, todo cuanto tiene lo dejo en tu mano, pero a él no le toques." Y salió Satán de la presencia de Yavé.
 Y sucedió un día en que estaban sus hijos y sus hijas comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano primogénito, que llegó un mensajero a Job y le dijo: "Estaban arando los bueyes y pacían cerca de ellos las asnas, y se echaron sobre ellos los sabeos y los cogieron, hiriendo a los siervos a filo de la espada. Yo solo he podido escapar para darte la noticia." Todavía estaba éste hablando cuando llegó otro, que dijo: "Ha caído del cielo fuego de Dios, que abrasó a las ovejas y a los mozos, consumiéndolos. Sólo he escapado yo para darte la noticia." Todavía estaba éste hablando, cuando vino otro, que dijo: "Los caldeos, divididos en tres tropeles, han dado sobre los camellos, apoderándose de ellos, y a los siervos los hirieron a filo de la espada. Yo solo he podido escapar para darte la noticia." Mientras hablaba éste todavía llegó otro, que dijo: "Estaban tus hijos y tus hijas comiendo y bebiendo vino en la casa de su hermano, el primogénito, y vino del otro lado del desierto un torbellino y conmovió las cuatro esquinas de la casa, que cayó sobre los jóvenes y han muerto. Yo solo he escapado para darte la noticia."

 Fidelidad de Job

 Levantóse entonces Job, rasgó sus vestiduras, rasuró su cabeza y, echándose en tierra, adoró, diciendo: "Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo tornaré allá. Yavé lo dio, Yavé lo ha quitado. ¡Bendito sea el nombre de Yavé!" En todo esto no pecó Job ni atribuyó a Dios insipiencia.

 Mayores pruebas

 Y sucedió que vinieron otro día los hijos de Dios a presentarse ante yavé, y vino también Satán entre ellos, presentándose ante Yavé. Y dijo Yavé a Satán: "¿De dónde vienes?" Respondió Satán a Yavé: "De dar una vuelta por la tierra y pasearme por ella." Y dijo Yavé a Satán: "¿Has reparado en mi siervo Job, que no hay como él en la tierra, varón íntegro y justo, temeroso de Dios y apartado del mal, y que aún persevera en su perfección a pesar de que me incitaste contra él para que sin razón lo arruinara?" Respondióle Satán a Yavé, diciendo: "¡Piel por piel! Y todo cuanto el hombre tiene los dará gustoso por su vida. Si extendiese tu mano y tocaras su hueso y su carne, veríamos si no maldeciría tu rostro." Yavé replicó entonces a Satán: "Ahí lo tienes a tu disposición, pero guarda su vida."
 Salió Satán de la presencia de Yavé e hirió a Job con una úlcera maligna desde la planta de los pies hasta la coronilla de la cabeza. Rascábase con un tejón y estaba sentado sobre la ceniza. Díjole entonces su mujer: "¿Aún sigues tú aferrado a tu integridad? ¡Maldice a Dios y muérete!" Pero él le replicó: "Como mujer necia has hablado. Si recibimos de Dios los bienes, ¿por qué no también los males?" En todo esto no pecó Job con sus labios".       

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