viernes, 30 de septiembre de 2016

"Biografía de la física".- George Gamow (1904-1968)


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VII.- La ley de los cuanta
Antimateria

 "Después del descubrimiento de los electrones positivos, los físicos pensaron en la posibilidad de protones negativos que estuvieran en la misma relación con los protones positivos ordinarios que los positrones con los electrones. Pero como los protones son casi dos mil veces más pesados que los electrones, su producción requeriría energías de hasta varios miles de millones de electrovoltios. Así comenzó una serie de ambiciosos proyectos para construir aceleradores de partículas que pudieran suministrar esa cantidad de energía a los proyectiles nucleares, y en los Estados Unidos se puso la piedra angular para dos de estos superaceleradores: un bevatrón en el Laboratorio de Radiación de la Universidad de California, en Berkeley, y un cosmotrón en el Laboratorio Nacional de Brookhaven en Long Island (N.Y.). La carrera fue ganada por los físicos de la costa Oeste, Emilio Segré, O. Chamberlain y otros que anunciaron, en octubre de 1955, que habían observado protones negativos emitidos por blancos bombardeados mediante proyectiles  atómicos con 6'2 (mil millones de electrovoltios).
 La dificultad primordial para observar los protones negativos formados en el blanco bombardeado era que se esperaba que estos protones fueran acompañados de decenas de miles de otras partículas (mesones pesados) formadas durante el impacto. Así, los protones negativos habían de ser filtrados y separados de todas las demás partículas acompañantes. Esto se consiguió mediante un complicado "laberinto", constituido por campos magnéticos, estrechas ranuras a través de las cuales únicamente podían pasar las partículas que poseyeran las propiedades esperadas de los antiprotones. Cuando el enjambre de partículas procedentes del blanco (situado en el haz bombardeante del bevatrón) pasaba a través de este "laberinto" se esperaba que únicamente llegaran a su extremo opuesto los protones negativos. Cuando la máquina comenzó a funcionar los cuatro experimentadores vieron con satisfacción a las partículas rápidamente salir a razón de una cada seis minutos por la abertura posterior. Como demostraron experimentos posteriores, las partículas eran genuinos protones negativos formados en el blanco bombardeado por el haz de elevada energía del bevatrón. Se vio que su masa tenía el valor de 1840 masas de electrón, que es precisamente la masa de un protón positivo ordinario.
 Lo mismo que los electrones positivos producidos artificialmente son aniquilados cuando pasan a través de una materia corriente que contiene una multitud de electrones negativos ordinarios, se esperaba que los protones negativos fueran aniquilados al encontrar protones positivos en los núcleos atómicos con que chocan. Como la energía implicada en el proceso de aniquilación protón-antiprotón excede, por un factor de casi dos mil, la energía implicada en una colisión electrón-antielectrón, el proceso de aniquilación se realiza con mucha más violencia resultando una "estrella" formada por muchas partículas expulsadas.
 La prueba de la existencia de protones negativos representa un excelente ejemplo de comprobación experimental de una predicción teórica relativa a las propiedades de la materia, aunque en la época en que fue formulada la teoría pudo haber parecido increíble. Fue seguida, en el otoño de 1956, por el descubrimiento de los antineutrones, es decir, partículas que están en la misma relación con los neutrones ordinarios que los protones negativos con los positivos. Como en este caso falta la carga eléctrica, la diferencia entre neutrones y antineutrones puede ser observada únicamente sobre la base de la capacidad de aniquilarse mutuamente.
 Como los protones, neutrones y electrones que forman los átomos de la materia ordinaria pueden existir en esos antiestados, podemos pensar en una antimateria formada por esas partículas. Todas las propiedades físicas y químicas de la antimateria deben ser las mismas que las de la materia ordinaria, y la única manera de decir que dos piedras son anti, una respecto a la otra, es ponerlas juntas. Si no ocurre nada es que son de la misma clase de materia; si se aniquilan en una tremenda explosión son "anti".
 La posible existencia de la antimateria plantea tremendos problemas a la astronomía y la cosmología. Toda la materia que hay en el Universo, ¿es de la misma clase o hay trozos de nuestra clase de materia y de antimateria esparcidos irregularmente por el espacio infinito? Hay razones muy fuertes de que, dentro de nuestro sistema estelar de la Vía Láctea, toda la materia es del mismo género. En efecto, si no fuera así, el proceso de aniquilación entre las estrellas y la difusa materia interestelar produciría una fuerte radiación observable. Pero nuestro vecino más cercano en el espacio es la gran Nebulosa de Andrómeda y los cientos de millones de otras galaxias estelares desparramadas por el espacio dentro del alcance del telescopio de 200 pulgadas del Observatorio de Monte Palomar ¿están formadas por el mismo género de materia o tenemos allí una mezcla por mitades iguales? Si toda la materia del Universo es de la misma clase, ¿por qué es así? Y si es en parte materia ordinaria y en parte antimateria, ¿cómo estas dos fracciones que se excluyen mutuamente se han separado una de otra? Nosotros carecemos de respuestas a cualquiera de estas cuestiones y únicamente podemos esperar que las futuras generaciones de físicos y astrónomos sean capaces de resolver el misterio".        

jueves, 29 de septiembre de 2016

"Upanishad".- Anónimo (VII a.C.)


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 Segunda lección.
IV

 "Dijo Yajnavalkya: "Tú, a quien tanto amo, me dices palabras que me resultan amables. Venga, siéntate, yo te instruiré. Pero préstame toda tu atención mientras te explico".
  Y añadió: "No por el amor al marido es querido el marido. El marido es querido por el amor del Atma (del sí mismo).
 No por el amor a la mujer es querida la mujer. La mujer es querida por el amor del Atma.
 No por el amor a los hijos son queridos los hijos. Los hijos son queridos por el amor del Atma.
 No por el amor a la riqueza es querida la riqueza. La riqueza es querida por el amor del Atma.
 No por el amor al Brahma es querido el Brahma. El Brahma es querido por el amor del Atma.
 No por el amor al poder es querido el poder. El poder es querido por el amor del Atma.
 No por el amor a los mundos son queridos los mundos. Los mundos son queridos por el amor del Atma.
 No por el amor a los dioses son queridos los dioses. Los dioses son queridos por el amor del Atma.
 No por el amor a los seres son queridos los seres. Los seres son queridos por el amor del Atma.
 No por el amor a ese ser es amado ser alguno. Todo ser es amado por el amor del Atma.
 Es el Atma, lo que hay que contemplar, lo que hay que escuchar, lo que ha de ser el objeto de nuestros pensamientos, a lo que hay que atender. Maitreyi, mirándolo al Atma, escuchándolo, haciéndolo objeto de nuestros pensamientos, llegando a comprenderlo, es como pueden llegar a conocerse todas las cosas.
 El Brahma se aparta de quien cree conocer un Brahma fuera del Atma. El poder se aparta de quien cree conocer un poder fuera del Atma. Los mundos se apartan de quien cree conocer unos mundos fuera del Atma. Los dioses se apartan de quien cree conocer unos dioses fuera del Atma. Los seres se apartan de quien cree conocer unos seres fuera del Atma. Todo cuanto existe se aparta de quien cree que existe algo fuera del Atma; poder, mundos, dioses, seres, todo cuanto existe, eso es el Atma.
 Así como no es posible captar los sonidos que ya se han escapado de un tambor golpeado, pero apoderándonos del que golpea el tambor los sonidos quedan capturados; así como no es posible capturar los sonidos que ya se han escapado de una concha en la que se sopla, pero apoderándonos del que sopla la concha, los sonidos quedan capturados;  así como no es posible capturar los sonidos que ya se han escapado cuando se tañe un vina pero apoderándose del que tañe el vina, los sonidos quedan capturados;  como de una hoguera encendida con leña húmeda se escapan humaredas en todas direcciones, igualmente el Rigveda, el Yajurveda, el Samaveda, el Atharvangiras, las leyendas, los purana, las ciencias, las upanisad, los versos épicos, los sutras, las exégesis, los comentarios no son sino emanaciones del gran ser; todas esas cosas son sus emanaciones.
  Así como de todas las aguas el océano es el camino confluyente, igualmente la piel es el camino confluyente de todos los contactos, las fosas nasales son el camino confluyente de todos los olores, la lengua es el camino confluyente de todas las sensaciones del gusto, el ojo es el camino confluyente de todas las formas, el oído es el camino confluyente de todos los sonidos, el intelecto es el camino confluyente de todos los pensamientos, el corazón es el camino confluyente de todas las ciencias, las manos son el camino confluyente de todas las acciones, los órganos sexuales femeninos son el camino confluyente de todos los placeres, el ano es el camino confluyente de todas las expulsiones, los pies son el camino confluyente de todos los viajes, la voz es el camino confluyente de todos los Vedas".    

miércoles, 28 de septiembre de 2016

"A más cómo, menos por qué".- Jorge Wagensberg (1948)


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 5.-Por tierra, mar y aire
(La palabra: ideas y preguntas)

 "Está claro que hay muchos más conceptos que palabras. Lo comentaba en el prólogo del epílogo: una lengua moderna tiene unas ochenta mil palabras y tal número sobra para expresarnos en las condiciones de la vida diaria. Pero se quedan cortas cuando uno construye conocimiento, ciencia, filosofía, literatura. El creador de conocimiento incluso inventa palabras de objetos que ni siquiera han accedido aún a la realidad. Ocurrió con la tabla de los elementos químicos de Mendeleiev, con tantas partículas elementales predichas, buscadas y halladas. La ciencia necesita definir esquemas conceptuales y para ello se anticipa nombrando cosas y conceptos. También en arte se inventan palabras para construir una ficción. La palabra robot fue en su día una fantasía del teatro. Quedarse sin palabras adecuadas puede ser un buen síntoma de la actividad creadora. ¿Qué es una aletayala? Probemos... 
 Los peces aportaron dos innovaciones de enorme futuro: la espina dorsal para el apoyo interior y la idea de las cuatro extremidades para el apoyo exterior. Por este largo camino la movilidad echó a andar. Y a nadar. Y a volar. Quinientos millones de años dan para mucho.
 La aleta de pez nada, ayuda a nadar. Pero sea, digamos, la aletaypata, la aleta que nada y además camina, como la del Periophtalmus, un pez capaz de avanzar por el fango cuando la sequía aprieta. Y sea la aletapata, la aleta que quizá camine pero que ya no nada nada, como la del Protopterus. Y sea también la pataleta, la pata que nada pero que ya no camina nada, como la del delfín y la del olvidado ictiosaurus. Y sea por fin la patayaleta, la pata que camina y además nada, como la del cisne, patosa e tierra, elegante en el agua.
 La pata del tetrápodo camina. Pero sea la patayala, la pata que camina y además vuela, como la de la ardilla voladora, que logra planear con un patagio anudado en muñecas y tobillos y, pese a ello, aún sirve para corretear por el suelo y las ramas. Y sea la patala, la pata que vuela pero que ya no camina nada, como la de tantos murciélagos. Y sea también el alapata, un ala que camina pero que ya no vuela nada, como parece ocurrir con algún pájaro fósil del Pleistoceno. Y sea por fin el alaypata, el ala que vuela y además camina, como la del extinto Pterodactylus elegans, el reptil de majestuoso vuelo que se contoneaba después de aterrizar por los suelos de hace 150 millones de años.
 El ala de pájaro vuela. Pero sea el alayaleta, el ala que vuela y además nada, como la del increíble frailecillo. Y sea el alaleta, el ala que nada pero que ya no vuela nada, como la de cualquier pingüino, para quien nadar es, literalmente, volar bajo el agua. Y sea también la aletala, la aleta que vuela pero que ya no nada nada, como... ¿cómo qué? ¿Existen las aletalas? Pues no. Quizá no haya llegado aún su hora... En buena inteligibilidad, el nombre puede anticiparse a que lo nombrado acceda a la existencia. (Pero el planeta es joven... quizá, algún día, la quietud de algún lago se vea rasgada por la euforia del naturalista que descubra la primera aletala.) Y sea por fin, la aletayala, la aleta que nada y además vuela, como la del pez volador, perfectísima nadando, perfecta volando.
 La aleta nada, la pata camina y el ala vuela. Casi todas las dobles funciones han tenido su oportunidad. La pregunta es ahora: ¿existe algún uso triple? ¿Existe un ala, una pata o una aleta capaz de moverse por tierra, mar y aire? Probemos con esta otra pregunta: ¿existe un anfibio capaz de volar? ¿Por qué habría de huir una rana hacia fuera del agua y volar, en lugar de ir hacia dentro y bucear (que es lo suyo)? Quizá, si la rana fuera arborícola... Ya tenemos una pregunta concreta. ¿Existe una rana arborícola capaz de planear?... ¡Existe! Por ejemplo, la Rhacophorus nigropalmatus. Su disparatada membrana interdigital le permite planear, le serviría para nadar y no le molesta para saltar. Es una rara patayaletayala. (En los bosques tropicales inundados, una innovación tipo patayaletayala causaría auténtica sensación entre los monos...)
 Aleta, pata y ala son variantes de una misma gran idea. Su inteligibilidad está en la esencia que comparten sus estructuras y formas. Las estructuras convergen por dentro y proceden de un origen común: aún podemos buscar los cinco dedos dentro de un ala... Las formas convergen por fuera y proceden de orígenes distintos: reconocemos la forma de un pez en la de un delfín y la de éste en la de un pingüino".

martes, 27 de septiembre de 2016

"El guardián entre el centeno".- Jerome David Salinger (1919-2010)


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 Capítulo I

 "Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí y demás puñetas tipo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso. Primero porque es una lata y, segundo, porque a mis padres les daría un ataque si yo me pusiera aquí a hablarles de su vida privada. Para esas cosas son muy especiales, sobre todo mi padre. Son buena gente, no digo que no, pero a quisquillosos no hay quien les gane. Además, no crean que voy a contarles mi autobiografía con pelos y señales. Sólo voy a hablarles de una cosa de locos que me pasó durante las Navidades pasadas, antes de que me quedara tan débil que tuvieran que mandarme aquí a reponerme un poco. A D. B. tampoco le he contado más, y eso que es mi hermano. Vive en Hollywood. Como no está muy lejos de este antro, suele venir a verme casi todos los fines de semana. Él será quien me lleve a casa cuando salga de aquí, quizá el mes próximo. Acaba de comprarse un "Jaguar", uno de esos cacharros ingleses que se pone en las doscientas millas por hora como si nada. Cerca de cuatro mil dólares le ha costado. Ahora está forrado el tío. Antes no. Cuando vivía en casa era sólo un escritor corriente y normal. Por si no saben quién es, les diré que ha escrito El pececillo secreto, que es un libro de cuentos fenomenal. El mejor de todos es el que se llama igual que el libro. Trata de un niño que tiene un pez y no se lo deja ver a nadie porque se lo ha comprado con su dinero. Es una historia estupenda. Ahora D. B. está en Hollywood prostituyéndose. Si hay algo que odio en el mundo es el cine. Ni me lo nombren.
 Empezaré por el día en que salí de Pencey, que es un colegio que hay en Agerstown, Pennsyilvania. Habrán oído hablar de él. En todo caso, seguro que han visto la propaganda. Se anuncia en miles de revistas siempre con un tío de muy buena facha montado en un caballo y saltando una valla. Como si en Pencey no se hiciera otra cosa que jugar todo el santo día al polo. Por mi parte, en todo el tiempo que estuve allí no vi un caballo ni por casualidad. Debajo de la foto del tío montando siempre dice lo mismo: "Desde 1888 moldeamos muchachos transformándolos en hombres espléndidos y de mente clara." Tontadas. En Pencey se moldea tan poco como en cualquier otro colegio. Y allí no había un solo tío espléndido ni de mente clara. Bueno, sí. Quizá dos. Eso como mucho. Y probablemente ya eran así de nacimiento.
 Pero como les iba diciendo, era el sábado del partido de fútbol contra Saxon Hall. A ese partido se le tenía en Pencey por una cosa muy seria. Era el último del año y había que suicidarse o poco menos si no ganaba el equipo del colegio. me acuerdo que hacia las tres de aquella tarde estaba yo en lo más alto Thomsen Hill junto a un cañón absurdo de esos de la Guerra de la Independencia y todo ese follón. No se veían muy bien los graderíos pero sí se oían los gritos, fuertes y sonoros los del lado de Pencey, porque estaban allí prácticamente todos los alumnos menos yo, y débiles y apagados los del lado de Saxon Hall porque el equipo visitante, por lo general, nunca se traía muchos partidarios.
 A los encuentros no solían ir muchas chicas. Sólo los más mayores podían traer invitadas. Por donde se le mirase era un asco de colegio. A mí los que me gustan son esos sitios donde, al menos de vez en cuando, se ven unas cuantas chavalas aunque sólo estén rascándose un brazo, o sonándose la nariz, o riéndose, o haciendo lo que les dé la gana. Selma Thurmer, la hija del director, sí iba con bastante frecuencia, pero, vamos, no era exactamente el tipo de chica como para volverle a uno loco de deseo. Aunque simpática sí era. Una vez fui sentado a su lado en el autobús desde Agerstown al colegio y nos pusimos a hablar un rato. Me cayó muy bien. Tenía una nariz muy larga, las uñas todas comidas y como sanguinolentas y llevaba en el pecho unos postizos de esos que parece que van a pincharle a uno, pero en el fondo daba un poco de pena. Lo que más me gustaba de ella es que nunca te venía con el rollo de lo fenomenal que era su padre. Probablemente sabía que era un gilipollas.
 Si yo estaba en lo alto de Thomsen Hill en vez de en el campo de fútbol, era porque acababa de volver de Nueva York con el equipo de esgrima. Yo era el jefe. Menuda cretinada. Habíamos ido a Nueva York aquella mañana para enfrentarnos con los del colegio McBurney. Sólo que el encuentro no se celebró. Me dejé los floretes, el equipo y todos los demás trastos en el metro. No fue del todo culpa mía. Lo que pasó es que tuve que ir mirando el plano todo el tiempo para saber dónde teníamos que bajarnos. Así que volvimos a Pencey a las dos y media en vez de a la hora de la cena. Los tíos del equipo me hicieron el vacío durante todo el viaje de vuelta. La verdad es que dentro de todo tuvo gracia.
 La otra razón por la que no había ido al partido era porque quería despedirme de Spencer, mi profesor de historia. Estaba con gripe y pensé que probablemente no se pondría bien hasta ya entradas las vacaciones de Navidad. Me había escrito una nota para que fuera a verlo antes de irme a casa. Sabía que no volvería a Pencey.
 Es que no les había dicho que me habían echado. No me dejaban volver después de las vacaciones porque me habían suspendido en cuatro asignaturas y no estudiaba nada. Me advirtieron varias veces para que me aplicara, sobre todo antes de los exámenes parciales cuando mis padres furon a hablar con el director, pero yo no hice caso. Así que me expulsaron. En Pencey expulsan a los chicos por menos de nada. Tienen un nivel académico muy alto. De verdad".          

lunes, 26 de septiembre de 2016

"Sobre el programa de la filosofía futura".- Walter Benjamín (1892-1940)


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 Sobre el lenguaje en general y sobre el lenguaje de los hombres

 "Puesto que -es preciso decirlo aún una vez- charla fue la pregunta sobre el bien y el mal en el mundo después de la creación. El árbol del conocimiento no estaba en el jardín de Dios para las informaciones que hubiera podido dar sobre el bien y sobre el mal, sino como emblema del juicio sobre la interrogación. Esta grandiosa ironía es la marca del origen mítico del derecho.
 Después de la caída, que al hacer mediata la lengua había plantado las bases de su pluralidad, no había más que un paso para llegar a la confusión de las lenguas. Dado que los hombres habían ofendido la pureza del nombre, bastaba sólo que se cumpliese el apartamiento de aquella contemplación de las cosas mediante la cual la lengua de éstas pasa al hombre, para que les fuese quitada a los hombres la base común del ya quebrantado espíritu lingüístico. Los signos deben confundirse donde las cosas se complican. Al sometimiento de la lengua a la charla sigue el sometimiento de las cosas a la locura, casi como una consecuencia inevitable.
 En esta separación respecto a las cosas, que era la esclavitud, surgió el plano de la torre de Babel y con él la confusión de las lenguas.
 La vida del hombre en el puro espíritu lingüístico era bienaventurada. Pero la naturaleza es muda. Se puede advertir claramente en el segundo capítulo del Génesis que esta naturaleza muda, nombrada por el hombre, se convirtió también ella en bienaventuranza, aunque de grado inferior. En el poema del pintor Müller, Adán dice de los animales que se alejan de él después de haber sido nombrados: "y vi la nobleza con que se alejaban de mí, porque el hombre les había dado un nombre." Pero, tras la caída, con la palabra de Dios que maldice el campo, el aspecto de la naturaleza se transforma profundamente. Comienza su otro mutismo, al que aludimos al hablar de la profunda tristeza de la naturaleza. Es una verdad metafísica la que dice que toda la naturaleza se pondría a lamentarse si le fuese dada la palabra. (Donde "dar la palabra" es algo más que "hacer que se pueda hablar"). Esta proposición tiene un doble significado. Significa ante todo que la naturaleza lloraría sobre la lengua misma. La incapacidad de hablar es el gran dolor de la naturaleza (y para redimirla están la vida y la lengua del hombre en la naturaleza y no sólo, como se supone, del poeta). Segundo: esa proposición dice que la naturaleza se lamentaría. Pero el lamento es la expresión más indiferenciada, impotente de la lengua, que contiene casi sólo el aliento sensible; y donde quiera que un árbol susurra se oye a la vez un lamento. La naturaleza es triste porque es muda. Vive en toda tristeza la más profunda tendencia al silencio y esto es infinitamente más que incapacidad o mala voluntad para la comunicación. Lo que es triste se siente enteramente conocido por lo incognoscible. Ser nombrado -incluso cuando quien nombra es un bienaventurado y similar a Dios- sigue siendo siempre quizás un presagio de tristeza. Pero cuánto más acontece esto cuando se es nombrado, no sólo por la bienaventurada lengua paradisíaca de los nombres, sino por las cien lenguas de los hombres, en las que el nombre está ya desflorado y que, sin embargo, por decreto de Dios, conocen las cosas. Las cosas no tienen nombre propio más que en Dios. Pues Dios las ha evocado en el verbo creador con sus nombres propios. Pero en la lengua de los hombres las cosas son superdenominadas. En la relación de la lengua de los hombres con la de las cosas hay algo que se puede definir aproximadamente como "superdenominación" o exceso de denominación: superdenominación como último fundamento lingüístico de toda tristeza y (desde el punto de vista de las cosas) de todo enmudecimiento. La superdenominación como esencia lingüística de la tristeza nos lleva a otro aspecto notable de la lengua: a la superdeterminación o determinación excesiva que rige en la trágica relación entre las lenguas de los hombres parlantes.
 Hay una lengua de la escultura, de la pintura, de la poesía".       

domingo, 25 de septiembre de 2016

"El fulgor y la sangre".- Ignacio Aldecoa (1925-1969)


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Seis de la tarde

 "-Oiga, usted, Santiago, no meta tanto oro en la labor porque no es necesario. Me he dado cuenta de que esta última semana gasta usted panes como si yo tuviera una mina en el almacén.
 Al señor Santiago le temblaron las manos cuando cogió con la delicada pinceleta el pan de oro para aplicarlo en e la mancha almagre del bol.
 -Don Fernando, gasto el que tengo que gastar. -Le entró una rabia sorda-. ¿O se cree usted que me lo llevo?
 El dueño agravó el rostro. Al señor Santiago le faltaron momentáneamente las fuerzas. No se atrevió a mirarle a la cara.
 -Yo no creo nada, Santiago; nada, a pesar de lo que me dicen por ahí. Lo único que le digo es que no emplee tanto oro. ¿Me ha entendido?
 El señor Santiago siguió trabajando.
 -Sí, don Fernando, le he entendido.
 El dueño se marchó a la oficina. El señor Santiago le vio a través de la mampara de cristales sentarse en su mesa y comenzar a escribir sobre los grandes libros de contabilidad. Pensó en el que había ido con el cuento al dueño. El que le había ido con el cuento seguramente tenía también cosas que ocultar, porque en el taller todo el mundo se llevaba lo que podía, desde las virolas de las brochas hasta los botes de esmalte. Pasó revista mentalmente a los obreros que trabajaban con él. Iba pasando los nombres y añadiendo hasta la filiación política del compañero. "Fulano no ha podido ser; es de mi sindicato. Fulano tampoco; todo lo que se le puede quitar al burgués le parece bien. Fulano, éste... -se quedó un instante meditando-, éste que se traga los santos ha podido ser; en cuanto me entere me va a oír." El nombre se le fijó obstinadamente en la cabeza. "Sí, éste es el que ha tenido que ser. Menudo perro está hecho. Mucho andar con los curas a vueltas a todas horas y luego es capaz de denunciar a un compañero sin más ni más, simplemente por darle coba al burgués."
 El señor Santiago llegó triste y no quiso explicarle a su mujer la causa de su tristeza. Tenía que terminar una chapuza para una tienda del Rastro, pero no se puso a trabajar. Se sentó un momento e inmediatamente se lanzó a la calle.
 -¿Adónde vas, Santiago? -preguntó su mujer.
 La respuesta fue un portazo.
 Carmen se dejaba aconsejar por su madre.
 -Tú no debes relacionarte ahora con ninguno de estos perdis del barrio. Tú tienes que picar más alto. Claro, todavía no ha llegado el momento pero un empleado con porvenir es lo que te conviene. Hay que saberse guardar. Todas las mujeres se tienen que recoger. Recogerse a tiempo es lo acertado, es la clave. -Usaba el verbo recoger en el sentido matrimonial de buscar refugio en un hombre, porque las cosas de este mundo estaban dispuestas así, según decía-. Anda ahí y que trabajen ellos. Tú a las cosas de la casa. Una mujer no debe trabajar fuera de su casa cuando se ha casado, porque fuera acechan malos vientos y si no se quiere faltar al hombre que se quiere, lo mejor es no ponerse en situación de hacerlo.
 Las elecciones del año 1936 fueron movidas en el barrio. A un vecino de la casa le abrieron la cabeza en un bar, de un botellazo, por manifestarse en términos no muy escogidos sobre la política de las izquierdas, justamente en el bar donde el señor Santiago y sus amigos se reunían a hablar de la vida, de la política y sus problemas. Lo llevaron a casa, entre el señor Santiago y dos amigos, después de haberlo pasado por la Casa de Socorro, con la cabeza envuelta en vendas y el cuerpo desmadejado.
 -Ha sido un accidente por irse de la lengua -precisó el señor Santiago-. En los tiempos que corren lo mejor es no irse de la mui, dejarla quieta en remojo, aunque sea de vinagre. Hay que aguantar, porque en cuanto uno se manifiesta en público le atizan por donde menos se espera. A éste le han dado una buena lección, que no va a olvidar en su vida.
 El señor Santiago y sus amigos no cumplían las más elementales reglas de salvaguarda personal porque se pasaban los atardeceres en la taberna o en el bar, discutiendo fervorosamente programas políticos y posibles conveniencias para la clase obrera.
 -Nosotros tenemos que estar contra los burgueses, porque es de ley que estemos contra los que nos explotan. Si yo sé el oficio tan bien como mi burgués, no sé por qué va a ser él el amo y yo el esclavo que le ayuda a engordar y a comprarle a su señora lo que tenga por gusto. Naturalmente que él ha heredado todo de su padre, que si no lo hubiese heredado estaría ahora como nosotros aquí, discutiendo los pros y los contras del derecho de heredar. Eso de heredar era una cosa que se debía suprimir.
 Había un guasón en la taberna que les tomaba el pelo a todos con sus frases:
 -Señor Santiago, y si uno hereda de su papá en vez de una buena renta, una buena sífilis, ¿qué dice usted: que se suprima el derecho a heredar?
 Se reían todos; el señor Santiago se molestaba:
 -Eso es otra cosa, amigo. Porque en este país todo tiene muy mala organización. Al que tiene sífilis, en cualquier país civilizado, le prohíben tener hijos y se acabó".  

sábado, 24 de septiembre de 2016

"Antología poética".- Allen Ginsberg (1926-1997)


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 "América

América, te lo he dado todo y ahora no soy nada.
América, dos dólares y veintisiete centavos. 17 de Enero de 1956.
No aguanto mi propia mente.
América, ¿cuándo pondremos fin a la guerra entre seres humanos?
Que te jodan a ti y a tu bomba atómica.
No me siento bien, no me molestes.
No pienso escribir este poema hasta que esté cuerdo.
América, ¿cuándo serás angelical?
¿Cuándo vas a desnudarte?
¿Cuándo vas a mirarte a través de la tumba?
¿Cuándo serás merecedora de tu millón de trotskistas?
América, ¿por qué están llenas de lágrimas tus bibliotecas?
 América, ¿cuándo enviarás tus huevos a India?
Estoy harto de tus absurdas exigencias.
¿Cuándo voy a poder ir al supermercado y comprar lo que necesite con mi cara bonita?
América, después de todo, somos tú y yo los que somos perfectos, y no el otro mundo.
Tu maquinaria es demasiado para mí.
 Me haces querer ser un santo.
Debe haber otra manera de poner fin a esta discusión.
Burroughs está en Tánger y no creo que vuelva. Sería demasiado perverso.
¿Acaso tratas de ser perversa o es sólo una broma de mal gusto?
Intentaré ir al grano.
Rechazo renunciar a mi obsesión.
América, deja de presionarme. Sé lo que estoy haciendo.
América, las flores del ciruelo están cayendo.
No he leído los periódicos durante meses, cada día alguien es juzgado por asesinato.
América, me solidarizo con los sindicalistas.
América, cuando era niño era comunista y no me arrepiento.
Fumo marihuana siempre que tengo la oportunidad.
Me siento en mi casa durante días enteros contemplando las rosas en el armario.
Cuando voy al Barrio Chino me emborracho y nunca me acuesto con nadie.
Estoy convencido de que va a haber problemas.
Me deberías haber visto leyendo a Marx.
Mi psicoanalista cree que estoy perfectamente bien.
No pienso rezar el Padrenuestro.
Suelo tener visiones místicas y vibraciones cósmicas.
América, aún no te he dicho nada sobre lo que le hiciste a Tío Max cuando volvió de Rusia.

Estoy hablando contigo. ¿O acaso vas a permitir que nuestra vida emocional sea dirigida por la
            [ revista Time?
Estoy obsesionado con la revista Time. La leo cada semana.
Su portada me mira cada vez que giro la esquina
de la tienda de golosinas.
La leo en el sótano de la biblioteca pública de Berkley.
Siempre me habla sobre responsabilidad.
Los hombres de negocios son serios.
Los productores de películas son serios.
Todo el mundo es serio menos yo.
Y me da por pensar que yo soy América.
Estoy hablando solo otra vez.

Asia se alza contra mí.
No tengo la más mínima opción.
Será mejor que tenga en cuenta mis recursos nacionales.
Mis recursos nacionales consisten en dos porros de marihuana, millones de genitales, un literatura
        [ privada no publicable
que va a 1400 millas por hora y veinticinco mil sanatorios mentales.
No digo nada sobre mis prisiones, ni sobre los millones de desgraciados que viven en mis macetas
bajo la luz de quinientos soles.
Ya he acabado con las casas de putas de Francia,
Tánger es la siguiente.
Mi ambición es llegar a ser presidente a pesar de ser católico.

América, ¿cómo voy a escribir una santa letanía con tu mal humor?
Continuaré, como Henry Ford, ya que mis estrofas son tan personas como sus coches.
Más aún, son todas de diferentes sexos.
América, te venderé estrofas a 2.500 dólares la pieza.
500 dólares de rebaja por tus estrofas viejas.
América, libera a Tom Mooney.
América, salva a los republicanos españoles.
América, Sacco y Vanzetti no deben morir.
América, yo también soy los chicos de Scottsboro.
América, cuando tenía siete años mamá me llevaba a las reuniones de la Célula Comunista, nos
        [ vendían garbanzos,
un puñado por entrada, una entrada costaba un níquel
y los discursos eran gratis.
Todo el mundo era amable y solidario con los trabajadores.
¡Todo era tan sincero! No te haces una idea de lo bueno
que era el partido en 1935.
Scott Nearing era todo un gran anciano, un verdadero mensch.
Madre Bloor me hizo llorar. Incluso una vez ví a Israel Amter
con mis propios ojos.
Todo el mundo debe haber sido espía.

América, en realidad tú no quieres la guerra.
América, son ellos los rusos malos.
Los rusos, los rusos y también los chinos. Y los rusos.
Rusia quiere comernos vivos. El poder loco de Rusia.
Quiere sacar nuestros coches de nuestros garajes. Quiere llevarse Chicago. Necesita un Reader’s
           [  Digest Rojo.
Quiere tener nuestras fábricas de coches en Siberia.
Con su enorme burocracia controlando nuestras gasolineras. Y eso no es bueno. Argh. Ellos enseñar a
          [ Indios a leer y necesitar grandes negratas.
Ah. Ella hacernos trabajar dieciséis horas al día. ¡Socorro!
América, esto es algo bastante serio. América, esta es la impresión que te llevas al ver la televisión.
América, ¿son así las cosas?
Mejor debería irme al trabajo.

Es verdad que no me quiero apuntar al ejército
o manejar un torno en fábricas de repuestos.
De todos modos, soy miope y psicópata.
América, trataré de arrimar mi hombro de maricón.


Buena suerte


Tengo suerte de tener los cinco dedos en la mano derecha.
Suerte de hacer pipí sin que me duela mucho.
Suerte que los intestinos se muevan.
Suerte, duermo de noche en una cama de capitán, siesta a media tarde.
Suerte de pasear por First Avenue.
Suerte de ganar un par de cien mil al año
cantando Eli Eli, escribiendo lo que se me pasa por la cabeza, grabando garabatos primordiales,
             [  enseñando en un colegio budista,
sacándole fotos con la Leica a la parada del bus por la ventana de mis ojos.
Oigo sirenas de ambulancias, huelo ajo y orín, pruebo nísperos y lenguado,
camino descalzo por el piso del loft, algo insensibilizadas las plantas de los pies.
Suerte que puedo pensar y que el cielo puede nevar".

viernes, 23 de septiembre de 2016

"Amadís de Gaula".- Garci Rodríguez de Montalvo (c. 1450 - c. 1505)


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 Libro Primero. Prólogo.
 
 "Considerando los sabios antiguos que los grandes hechos de las armas en escrito dejaron, cuán breve fue aquello que en escrito de verdad en ellos pasó, así como las batallas de nuestro tiempo que por nos fueron vistas nos dieron clara experiencia y noticia, quisieron sobre algún cimiento de verdad componer tales y tan extrañas hazañas con que no solamente pensaron dejar en perpetua memoria a los que aficionados fueron, mas aquéllos por quien leídas fuesen en grande admiración, como por las antiguas historias de los griegos y troyanos y otros que batallaron, parece, por escrito. Así lo dice Salustio, que tanto los hechos de los de Atenas fueron grandes cuando los sus escritores lo quisieron creer y ensalzar. Pues si en el tiempo de estos oradores que más en las cosas de fama que de interés se ocupaban sus juicios y fatigaban sus espíritus, acaeciera aquella santa conquista que el nuestro muy esforzado y católico rey don Fernando hizo del reino de Granada, cuantas flores, cuantas rosas en ella por ellos fueron sembradas, así en lo tocante al esfuerzo de los caballeros en las revueltas, escaramuzas y peligrosos combates y en todas las otras cosas de afrentas y trabajos que para tal guerra se aparejaron, como en los esforzados razonamientos del gran rey a los sus altos hombres en las reales tiendas ayuntados y las obedientes respuestas por ellos dadas y, sobre todo, las grandes alabanzas y los crecidos loores que merece por haber emprendido y acabado jomada tan católica. Por cierto creo yo que así lo verdadero como lo fingido que por ellos fuera recontado en la fama de tan gran príncipe, con justa causa sobre tan ancho y verdadero cimiento pudiera en las nubes tocar, como se puede creer que por los sus sabios cronistas, si les fuera dado según la antigüedad de aquel estilo en memoria a los venideros por escrito dejaran, poniendo con justa causa en mayor grado de fama y alteza verdadera los sus grandes hechos que los de los otros emperadores que con más afición que con verdad que los nuestros rey y reina fueron loados, pues, que tanto más los merecen, cuanto es la diferencia de las leyes que tuvieron, que los primeros sirvieron al mundo que les dio tal galardón y los nuestros al Señor, el que con tan conocido amor y voluntad ayudar y favorecer los quiso, por los hallar tan dignos en poner en ejecución con mucho trabajo y gasto lo que tanto su servicio es. Y si por ventura algo acá en olvido quedare, no quedará ante la su real majestad, donde les tiene aparejado el galardón que por ello merecen.
Otra manera de más convenible crédito tuvo en la su historia aquel grande historiador Tito Livio para ensalzar la honra y fama de los sus romanos, que apartándolos de las fuerzas corporales les llegó al ardimiento y esfuerzo del corazón, porque si en lo primero alguna duda se halla, en lo segundo no se hallaría, que si él por muy extremado esfuerzo dejó memoria la osadía del que el brazo se quemó y de aquél que de su propia voluntad le lanzó en el peligroso lago, ya por nos fueron vistas otras semejantes cosas de aquéllos que, menospreciando las vidas, quisieron recibir la muerte por a otros la quitar, de guisa que por lo que vimos podemos creer lo suyo que leímos, aunque muy extraño nos parezca. Pero por cierto en toda la su grande historia no se hallara ninguno de aquellos golpes espantosos, ni encuentros milagrosos que en las otras historias se hallan, como de aquel fuerte Héctor se recuenta, y del famoso Aquiles, del esforzado Troylus y del valiente Ajas Talemón, y otros muchos de que gran memoria se hace, según la afición de aquéllos que por el escrito los dejaron, así éstas como otras más cercanas a nos de aquel señalado duque Godofredo de Bullón en el golpe de espada que en la puente de Antíoco dio, y del turco armado, que casi dos pedazos hizo siendo ya rey de Jerusalén. Bien se puede y debe creer haber habido Troya y ser cercada y destruida por los griegos y asimismo ser conquistada Jerusalén, con otros muchos lugares, por este duque y sus compañeros, mas semejantes golpes que éstos atribuyamos, los más a los escritores, como ya dije, que haber en efecto de verdad pasado.
Otros hubo de más baja suerte que escribieron, que no solamente no edificaron sus obras sobre algún cimiento de verdad mas ni sobre el rastro de ella. Estos son los que compusieron las historias fingidas en que se hallan las cosas admirables fuera de la orden de natura, que más por nombre de patrañas que de crónicas, con mucha razón deben ser tenidas y llamadas. Pues vemos ahora si las afrentas de las armas que acaecen son semejantes a aquéllas que casi cada día vemos y pasamos y aún por la mayor parte desviadas de la virtud y buena conciencia y aquéllas que muy extrañas y graves nos parecen, sepamos ser compuestas y fingidas, ¿qué tomaremos de las unas y otras que algún fruto provechoso nos acarreen? Por cierto, a mi ver, otra cosa no, salvo los buenos ejemplos y doctrinas que más a la salvación nuestra se allegaren, porque siendo permitido de ser imprimida en nuestros corazones la gracia del muy alto Señor para ella nos allegar, tomemos por alas con que nuestras ánimas suban a la alteza de la gloria para donde fueron criadas.
 Y yo esto considerando, deseando que de mí alguna sombra de memoria quedase, no me atreviendo a poner en mi flaco ingenio en aquello que los más cuerdos sabios se ocuparon, quísele juntar con estos postrimeros que las cosas más livianas y de menor sustancia escribieron por ser a él según su flaqueza más conformes, corrigiendo estos tres libros del Amadís que por falta de los malos escritores o componedores muy corruptos o viciosos se leían y trasladando y enmendando el libro cuarto con las Sergas de Esplandián su hijo, que hasta aquí no es memoria de ninguno ser visto que por gran dicha pareció en una tumba de piedra que debajo de la tierra en una ermita cerca de Constantinopla fue hallada y traído por un húngaro, mercader a estas partes de España, en la letra y pergamino tan antiguo que con mucho trabajo se pudo leer por aquéllos que la lengua sabían, en los cuales cinco libros, comoquiera que hasta aquí más por patrañas que por crónicas eran tenidos, son con tales enmiendas acompañados de tales ejemplos y doctrinas que con justa causa se podrán comparar a los livianos y febles saleros de corcho que con tiras de oro y de plata son encarcelados y guarnecidos, porque así los caballeros mancebos como los más ancianos hallen en ellos lo que a cada uno conviene. Y si por ventura en esta mal ordenada obra algún yerro pareciere de aquéllos que en lo divino y humano son prohibidos, demando humildemente de ello perdón, pues que teniendo, y creyendo yo firmemente, todo lo que la Santa Madre Iglesia tiene y manda, más simple discreción que la obra fue de ello causa".