sábado, 29 de julio de 2017

"Historia abreviada de la literatura portátil".- Enrique Vila-Matas (1948)

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Suicidios de hotel

«Parece ser una constante histórica el que, entre los fundadores de toda sociedad secreta, haya siempre uno al que le gusta llevar la contraria a los demás. En el caso shandy*, todos los comensales de Port Actif eran grandes amantes de la vida, excepto Rigaut que se declaró, desde el primer momento, a favor y del lado de la muerte ("Vous êtes tous de poètes et moi je suis du côté de la mort"), más concretamente del suicidio, una palabra que no sería desterrada del lenguaje shandy hasta el día en que Rigaut, tras dos años de vacilaciones, se suicidó en un lujoso hotel de la ciudad de Palermo.
 Tardó tanto en tomar esa decisión que tuvo tiempo de asistir como espectador a la célebre oleada de suicidios juveniles en el París de 1924, una moda que fue duramente criticada por alguno de los comensales de Port Actif: "Todo esto de quitarse la vida -escribió Szalay- parece hoy en día cosa exclusiva de los jóvenes con voluntad de necios, y el más joven y necio de todos o, al menos, el más cercano a nosotros es el impetuoso Rigaut; habrá que hacer algo con la extrema juventud y el suicidio, dos palabras que actualmente parecen estrechamente ligadas y que sintonizan muy poco con el espíritu portátil". Y Paul Morand, en clara alusión a su amigo Rigaut, terminó una conferencia en Reims con estas palabras: "No es serio, señores. Si uno desea quitarse la vida debe hacerlo con prontitud, es decir, cuando es todavía un niño; hacerlo más tarde es algo ligeramente ridículo, pues no se puede seguir siendo tímido cuando se tiene ya más de siete años".
 Poco caso hizo Rigaut de las palabras de sus amigos, pues desde su regreso de África el suicidio había adquirido, para él, valor de sacramento único. Sus primeros pasos hacia ese gesto definitivo los había dado en Port Actif cuando, sin avisar a nadie, se adentró en la selva, desapareciendo en una oscura noche de grandes árboles en la que, rodeado del húmedo silencio de las hojas, se inventó el pretexto de que estaba perdidamente enamorado de Georgia O'Keefe para así poder sentirse cada vez más tentado a quitarse la vida, pues estaba seguro de que su amada le rechazaría sin contemplaciones, como, en efecto, así fue. Pero, según ya dije, eso no fue obstáculo para que tardara todavía dos años en suicidarse.
 Y es que, durante ese período de tiempo, sentirse inmensamente desgraciado y tener ante sí la perspectiva del suicidio, le devolvió el sentido del humor, lo que es fácilmente constatable en este texto o anuncio publicitario que, a su regreso de Port Actif, redactó en París con la intención de dar a conocer su Agencia General del Suicidio, una oficina singular en la historia de la literatura portátil:
 "La Agencia General del Suicidio ofrece finalmente un medio algo correcto de abandonar la vida, pues la muerte es el único de todos los desfallecimientos que jamás se disculpa. Es así que se han organizado los entierros-expreso: banquete, desfile de amigos y conocidos, fotografía (o mascarilla postmortem, a elección), entrega de recuerdos, suicidio, colocación en el ataúd, ceremonia religiosa (facultativa), traslado del cadáver al cementerio. La Agencia General del Suicidio se encarga de ejecutar las últimas voluntades de los Señores Clientes."
 Dos meses después de la publicación de este anuncio, Rigaut abandonó precipitadamente su oficina de suicidios y se embarcó hacia América. Su afición a representar comedias de tristeza le llevó hasta la puerta misma de la casa de William Carlos Williams (al que suponía amante de la O'Keefe), donde trató de exhibir su profunda desesperación de enamorado rechazado.
 Conocemos detalles muy interesantes de su travesía marítima, porque en ella trabó amistad con un elegante pasajero, el fotógrafo Man Ray, que años más tarde iba a contarlo todo, de un modo despiadado, en un divertido libro, Travels with Rita Malú, donde Rigaut sería descrito como un patético e histriónico caballero que se complacía en una desesperación que ni él mismo acababa de creerse, pues en múltiples ocasiones le traicionaba su sentido del humor. Por ejemplo, nada más desembarcar en Nueva York, se sintió impulsado a publicar este anuncio en la prensa local:
 "Joven pobre, mediocre, 21 años, manos limpias, contraería matrimonio con mujer, 24 cilindros, salud, erotómana o hablando el anamita, a ser posible apellidada O'Keefe. Dirigirse a Jacques Rigaut, 73 boulevard du Montparnasse, París. Sin domicilio fijo en Nueva York."
 Fue una vez concertada la publicación de este anuncio cuando se dirigió a la casa de William Carlos Williams que, al abrir la puerta y ver el grotesco rostro desencajado del futuro suicida, no pudo evitar una carcajada descomunal. Y es que Rigaut estaba frente a él con un ramo de orquídeas, cierta palidez maquillada y aspecto de ser la víctima de una fiebre amorosa que le atravesaba el corazón.
 Aquello era todo un espectáculo que merecía ser fotografiado, y Man Ray, que había acompañado a Rigaut hasta la casa, no perdió el tiempo. Su instantánea, al circular entre los primeros shandys, sirvió para que éstos se reafirmaran en la impresión de que en la sociedad secreta no había lugar para el ridículo involuntario o la desesperación fingida, es decir, para la extrema juventud.»
*Shandy: en el dialecto de algunas zonas del condado de Yorkshire (donde Laurence Sterne, el autor del Tristam Shandy, vivió gran parte de su vida), significa indistintamente alegre, voluble y chiflado.

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